EL CERDO DE "LA BANA"


1940 - El Cerdo de “Senta La Bana”

Navegar por Internet, es un placer que se descubre a través de bastantes meses de prácticas, de ir conociendo, no digo todos, sino alguno de los infinitos caminos que presenta este medio. En el, se pueden leer materias y noticias de toda índole, desde la más intrascendente a la más científica o técnica; solo es cuestión de afinar la puntería y aprovechar al máximo cualquiera de las incontables posibilidades que nos ofrece.

Ya hace un tiempo, todos los medios de comunicación, nos están bombardeando constantemente con variedad de productos enriquecidos y/o complementados con Omega 3, que dan a entender a los consumidores, que es la panacea, la pócima, el remedio milagroso, Leche, Madalenas, Pescado, Mantequilla, Carne y otros, similar a lo que años atrás fue el agua de Carabaña, el linimento Sloan, o el ungüento de Cañizares. Todo, lo curaba todo.

Hace un rato me ha llegado, por mediación de un amiguete, que por la diferencia de edad, y algo más, bien se podría catalogar sin pecar en lo más mínimo, como un hijo mío, me ha remitido digo, un escrito aparecido en la red con fecha 27 de abrril de 2007, publicado por Agrodigital.com y que resumo a continuación:

Carne de pollo con Omega-3

La empresa canadiense Prairie Orchard Farms, ha lanzado una carne de pollo enriquecida con Omega-3. Ahora espera de que las Agencias de Seguridad de los Alimentos de Canadá y de EEUU le den el permiso para poder etiquetar la carne como rica en Omega-3.


Para conseguir una carne rica en Omega-3, la empresa utiliza una dieta enriquecida con semillas de lino y vitaminas, obteniendo una carne rica en Omega-3 con el mismo sabor que la convencional”.



Hay que reconocer que hoy en día, las naciones poderosas, que disponen de dinero más que suficiente para dedicarlo a la investigación y desarrollo, están en cabeza en cuestiones semejantes, pero esto no es siempre cierto; si recordamos aquel dicho popular que habla de la sorpresa que se llevó Cristóbal Colón al llegar al Nuevo mundo, que se encontró que ya estaba allá un Alcorí, (natural de la Alcora), vendiendo “potets y platerets”, llegamos a la conclusión que siempre ha habido un anterior en todas las materias de que se trate. ¿Y es que hubo antes alguien que descubriese la carne de cerdo enriquecida con Omega-3, antes que estos abnegados y sufridos investigadores canadienses? Pues si, respondo; rotundamente: Si.

Ya hace de ello unos sesenta y muchos años, en el Grao de Castellón, hubo quien lo consiguió plenamente, sin necesidad de airearlo a los cuatro vientos, dado el carácter recatado y discreto de quien se trataba, que se llevó a la tumba el secreto de su descubrimiento, como no podía ser menos.

Vicenta Forner Manrique, nacida el año 1902 y con domicilio en la calle de Canalejas 98, eran las señas de identidad de nuestra heroína, y así, dicho como suena, no creo que la reconozca mucha gente, pero si la llamo por su apodo, que no era otro que el de “Senta la Bana”, seremos muchos los que exclamaremos “¡Ah¡¡ Senta la Bana, eixa sí¡¡”. Pues bien, trasladándonos a la época en que se desarrolla la acción, nos encontramos allá por el año 1940 recién terminada la guerra, el Grao hecho unos zorros, las casas prácticamente desnudas, a causa de las requisas a que estuvieron sometidas, por parte de las diferentes tropas que habían llegado con los libertadores, dejándolas sin mantas, colchones, enseres de toda índole; sin trabajo y sin nada que comprar, por que nada había, ni dinero tampoco. La gente teníamos que comer y había que llenar la panza con los pocos productos que nos daba la tierra. Fue aquella gloriosa época de los “moniatos, mangranes, carabases, taronges, garrofes, pa de panis, a la fí, racionament de tot”. Quien más y quien menos teníamos nuestros animalitos, léase pollos, gallinas con sus pollitos, conejos, bien para comerlos, o para ponerlos a la venta y con ese dinero comprar los muchos artículos, de primera necesidad, de que se carecía. Nuestra querida Senteta tenía en su casa un cerdo, un gorrino pequeño, o si se prefiere llámele lechón, que alimentado con las pocas sobras que producía la casa, iba subiendo de peso con gran júbilo por parte de Senteta y el Chato, sus dueños.

El Chato, era marinero, y tenía una barquita con la que se ganaba el jornal y diariamente llevaba a casa para consumo propio los pescados que resultaban “descoats o desmorrats”, esto es, sin cola o sin cabeza, no aptos para la venta. En una ocasión, al pasar junto al cerdito, se cayo al suelo uno de los pescados que llevaba en la cesta y el animal, sin mayores explicaciones ni reparos, lo cogió y se lo comió tan tranquilo. Bien es sabido que el cerdo es un animal que se lo come todo, sin dejar huella en el recipiente donde lo han puesto, lo mismo da que sea sólido, líquido, o gaseoso; da igual; p’adentro.

Senta, que vio aquello insistió nuevamente y el animal reiteró el gesto, tantas veces cuantas se lo repitió “la Bana”, con lo que confirmo su primera impresión, de que aquello podía ser el comienzo de una alimentación económica, ya que podía criar al cerdo con un pienso para ella muy asequible.

Todos los días cuando regresaba del muelle, pasaba por la lonja y a las barcas de fanal les pedía “un grapaet” de sardineta y un poco de aquí y un poco de allá, llenaba el poalet y llegaba a casa donde el sagaz puerco, lo esperaba contento para llenar la panza con aquel exquisito manjar.

Pasaron los días y el gorrino iba aumentando de peso con la alegría propia de quien ve aumentar la despensa día a día y los buenos auspicios de aquella bendición de Dios, representado por el tocino.

Llegó el día de la matanza y luego de todos los preparativos propios del sacrificio, se procedió a realizar y materializar el sueño de convertir aquella obra de arte en morcillas, longanizas, lomo, jamón y un largo etcétera. Vino el momento de la cata de la carne, y OH! desilusión; aquello tenía un sabor metálico que recordaba al pescado, pescado que era rico, pero que muy rico en Omega 3, y que era el responsable de aquel sabor metálico. !!La Bana había conseguido una carne de pollo enriquecida con Omega-3¡ pero, en versión cerdo grauero.

!!Se había adelantado a los canadienses en más de sesenta años¡¡.

No; no es cuestión de celebrarlo. La Bana y el Chato nunca pudieron darse el festín que se prometían, ya que la “carne” tenía un tufo que echaba “p’atrás” y, era imposible comérsela, a pesar de la buena disposición que ambos y familiares pusieron en el empeño. La Bana había tenido un fallo; un fallo garrafal, y éste no era otro que el no haber salvado este “escollo que la empresa canadiense había solventado, ajustando la cantidad y duración del uso de semillas de lino, y obteniendo una carne rica en Omega-3 con el mismo sabor que la convencional.”

¿Por qué la Bana nunca pensó en las semillas del lino?
¿Es que no había lino en el Grao?
Si; yo conocía a uno; a Lino Lara Lera, el marido de Vicentica Castell Carrascal, muy buena gente, por cierto.

¿Se dan cuenta ustedes que por pequeños detalles se pierden grandes causas? Por unas tristes semillas de lino que hubiesen convertido aquel incomestible animalito, en un auténtico “PATA NEGRA”.

Vaya por lo menos mi cariñoso recuerdo a Senta “La Bana” y al Chato, por ser pioneros en la investigación agroalimentaria y que estuvieron a punto de que las Agencias de Seguridad de los Alimentos de Canadá y de EEUU, les diesen el permiso para poder etiquetar la carne como rica en Omega-3.



Sergio Ferrer de Almenara (Del libro Grao, Siglo XX)

Reservados todos los derechos
Abril 2007